CANDY CANE - Fay-Ra-Doowra (JUKE 010)
(Jukeboss, 2007)
A veces tropiezas con bandas totalmente anónimas que tras pocas escuchas resultan ser del todo sorprendentes y que a la postre acaban –con suerte y trabajo- convirtiéndose en referentes ineludibles en determinados circuitos musicales, generalmente minoritarios (Kayo Dot, Behold! The Arctopus o Genghis Tron podrían ser buenos ejemplos). Ignoro si Candy Cane, cuarteto procedente de Tampere (Finlandia), tienen lo necesario para convertirse en “banda de culto”, pero lo que está claro es que, después de más de diez años en activo, deberían con toda justicia ser objeto de mayor reconocimiento que del que gozan actualmente. Pese a su extensa carrera musical, no existe apenas información suya en la red, salvo unas pocas reseñas y mini-entrevistas, todo ello en finés. Atendiendo a su discografía, ésta abarca un larga duración anterior (“Leave Me Out”, ’05) y una serie de singles y ep’s editados entre 1998 y 2002, aunque al parecer empezaron de forma más o menos seria en 1995. Además de este ‘Fay-Ra-Doowra’, el año pasado publicaron un split con los también finlandeses Navigations y un Ep de tres cortes disponible gratuitamente en su web. Con todo, da la impresión de que Candy Cane son unos completos extraños para la inmensa mayoría del público, incluido el de su país, lo cual no deja de ser una pequeña injusticia. Y lo cierto es que es una pena que la música de Candy Cane pase inadvertida a los oídos de la audiencia durante más tiempo. De existir algo de justicia, ‘Fay-Ra-Doowra’ debería ser el inmediato responsable de cambiar esa situación.
De influencias más o menos identificables, la potente música de Candy Cane es marciana, circense, vertiginosa o brutal, o lo es todo a la vez sin resultar incomprensible. “Tzufit”, la pista que abre el disco, es buen ejemplo de toda la amalgama estilística que son capaces de desplegar en un solo tema: instrumentos acústicos, vientos, distorsión, velocidad, interludios, melodía, agresividad… La estructura en las canciones de Candy Cane es casi siempre imprevisible y, por lo general, en apariencia bastante anárquica. Por otro lado, canciones como “Lead A Way Off”, “Group Hug” o “Kponyungo” se ajustan a unos parámetros algo más convencionales, al menos en lo que a los cánones de “Fay-Ra-Doowra” se refiere. Por lo demás, el resto del álbum es un enloquecido y esquizofrénico muestrario de marcianadas y excentricidades: “Jardín de Infancia” es un continuo ir y venir de explosivos arranques, parones, chillidos, aullidos e incluso coqueteos con el free jazz. “Marry Me (And Drown)” es pesada, tenebrosa y finalmente desquiciante, muy similar al trabajo de Fantômas. Asimismo, “Giddy” recuerda en un primer momento a unos Faith No More cáusticos y siniestros, para dar paso luego a otro estallido incontrolable, a una suerte de black ambient, a un enigmático pasaje de piano, a casi cualquier cosa…
“Error Humano” deja a un lado la estrambótica mezcolanza para hacer papilla los oídos a base de un hardcore demenciadísimo que hibrida sin tapujos con el grindcore y las voces chillonas/guturales, deudor de Naked City, Fantômas o el grind más sucio. En “Emily” también usan la fórmula de combinar partes hiper-rápidas y distorsionadas con tranquilos interludios, adornados con voces femeninas o medios tiempos bastante enloquecidos (y enloquecedores).
El abanico de elementos (e instrumentos) empleados es tan amplio que enumerarlos todos es una tarea absurda sin que el resultado parezca un pastiche denso y pretencioso para aquel que aún no haya tenido la oportunidad de escuchar un trabajo tan compacto, heterogéneo y acertado como lo es éste. Como punto final, “In Memory Of All Of You”, el tema final de seis minutos, sirve a su vez de extraña síntesis y resumen de lo que es el disco: un fantástico y extenuante recorrido a lo largo de lo más salvaje, desquiciado, teatral, chirriante y devastador que nos dio el pasado año. Sobresaliente.
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