jueves, 31 de julio de 2008

BUTCHER ABC - BUTCHERED FEAST OF BEING

BUTCHER ABC - Butchered Feast Of Being
(Obliteration, 2006)

Un par de entradas atrás escribía sobre el espectacular último disco de ese gran descubrimiento nipón llamado Birushanah. Hoy le toca el turno a sus compatriotas Butcher ABC, goregrinders chiflados procedentes de Tokyo y con gente de C.S.S.O. en su formación. No es que sean unos desconocidos por estos lares -había visto hace tiempo su actuación en el Obscene Extreme Fest- pero son ya algunos años los que llevo viendo circular este nombre y hasta ahora no había escuchado nada suyo. Se supone que 'Butchered Feast Of Being' es su segundo ep si no contamos con un buen puñado de demos y los obligatorios discos compartidos (con Paracoccidiomicosisproctitissarcomucosis (!) , Death Smell y el más reciente con los alemanes Dead) y, como su predecesor, está editado por su propio sello, Obliteration Records. A pesar de estas referencias, afortunadamente Butcher ABC no son lo que se dice una banda de goregrind estándar. Y es que aunque tienen ese grotesco tufo a vísceras, vómito y porquería, no dan de lado a esa querencia por el death metal de viejo cuño, característica que me ha hecho rescatarles de la quema. Así pues, death-goregrind espeso y grotesco, con gruesas guitarras que suenan como motosierras, incansable batería de lata y un vocalista con una voz que de gutural es sobrehumana (gruñidos, gárgaras, etc. incluidos). En cuanto a las letras -ininteligibles como es obvio- la temática habitual: muerte, masacre, mutilaciones, vísceras y descomposición.

'Butchered Feast Of Being' es un disco oído mil veces con anterioridad, pero lo suficientemente machacón y aberrado como para escucharlo una vez más. Para redondear la jugada, se marcan una versión gordísima de la banda death Divine Eve e incluyen cuatro temas más como bonus. Temas que en realidad son las versiones sin masterizar de las anteriores y que curiosamente suenan más sucias y potentes si cabe. Otro brillante Ep que añadir al depósito de sanguinolentos despojos que es su discografía.

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sábado, 26 de julio de 2008

OAKEATER - INTRUSION

OAKEATER - Intrusion (nihil42)
(Nihilist, 2006)

Toda la información que he podido obtener sobre Oakeater es que son un trio de Chicago, formado por gente de otras bandas de la misma ciudad (Panicsville, Coughs y Bret Gand Is Dead). El hecho de que "Intrusion" esté editado por el sello Nihilist es la única razón que me empujó a buscar y escuchar esta cinta (que aún puede encontrarse en ebay). Y bueno, puede decirse que el sonido de Oakeater no es el que encontramos habitualmente en las referencias del sello de Andy Ortmann. Apartado del ruidismo bizarro y del corta-pega esquizofrénico de algunos de sus compañeros de sello, "Intrusion" es una inquietante combinación de black ambient deformado, drones fantasmagóricos y ciertas reminiscencias industrialoides. No es que sea algo especialmente original, aunque sí puede decirse que el disco transmite una sensación de oscuridad y desasosiego bastante intensa a base de recrear un ambiente depresivo y tétrico que logra removerte el cuerpo.

El disco está dividido en dos composiciones de 18 minutos cada una. 'First Intrusion' comienza de forma lenta y bastante silenciosa y se desarrolla con extrema lentitud. Golpes indeterminados resonando de fondo y otros ruidos extraños (¿hélices?) se solapan con zumbidos subterráneos, lejanos e intermitentes. Aunque hacia el final tienen lugar varias explosiones repentinas de ruido y alaridos ultradistorsionados, la tónica general es austera y minimalista, aunque con un sonido netamente tenebroso. 'Second Intrusion' mantiene esas coordenadas, aunque el ambiente se torna aún más desapacible y deshumanizado. Haciendo uso de campanas y el sonido reverberante de éstas, se genera un manto sonoro continuo, que a veces sisea y otras simple y llanamente estremece. "Intrusion" es un álbum inquietante y efectivo, aunque algo repetitivo por momentos. Su sonido puede llegar a exasperar a causa de su inmovilismo y su escasa capacidad de sorpresa. Por lo demás, es un sólido primer trabajo y deja entrever buenas maneras de cara a posteriores entregas. Su primer disco largo ya ha sido publicado por Nihilist y pronto deberían ver la luz un split con Yellow Swans y alguna otra cosilla más.


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miércoles, 16 de julio de 2008

SUB POP 20º ANIVERSARIO





El mítico sello de Seattle cumplió 20 años -se dice pronto- hace unos días. A las recientes reediciones que han publicado últimamente con motivo de tan señalada fecha (ver Superfuzz Bigmuff: Deluxe Edition de Mudhoney) se añadió el pasado fin de semana una celebración por todo lo alto a la que tan sólo un puñado de afortunados tuvieron la suerte de poder asistir. En tal evento fue posible presenciar en un sólo fin de semana las actuaciones de algunos de los grupos más emblemáticos de la escudería Sub Pop y de otros muchos que representan orgullosamente la actualidad de uno de los sellos más legendarios del rock independiente. Sello al que se le atribuye la autoría y paternidad de ese invento archiconocido pero que jamás existió llamado "grunge".

Sea como fuere, a lo largo de los días 12 y 13 de julio tuvo lugar en Redmond, Washington el Sub Pop 20 Festival, en el que se sucedieron las actuaciones de Mudhoney, Seaweed, Eric's Trip, Comets On Fire, Low, Green River, Wolf Parade, Red Red Meat, Kinski, Grand Archives, Iron & Wine y muchas más (ver fotos aquí). Un cartel fantástico para festejar con euforia ese vigésimo cumpleaños. Desde aquí, tan lejos de todo eso, manifestar cierta envidia sana y desearle otros veinte fructíferos años (¿quizás demasiados?) a un sello de cuya discografía tan sólo conozco una pequeña parte -imprescindible- , pero que ha desempeñado un papel fundamental a la hora de situar el rock independiente americano en el saludable status que ahora posee. Así pues, larga vida a Sub Pop.


PD: A propósito de este remarcable acontecimiento, en Pitchfork han elaborado una pequeña lista con veinte discos publicados por Sub Pop, tanto antiguos como recientes, que de algún modo u otro han desempeñado un papel importante no sólo dentro de la discografía del sello, sino también dentro de su género y, por extensión, en el rock de su tiempo.

Estos son algunos de los álbumes escogidos en esa lista:

Afghan Whigs - Congregation (1991)
Beat Happening - You Turn Me On (1992)
Codeine - Frigid Stars (1990)
Earth - Earth 2 (1993)
Fastbacks -Zücker (1993) ( pw: borninthebasement.net )
Green River - Rehab Doll / Dry As A Bone Ep (1990)
Nirvana - Bleach (1989)
Red Red Meat - Bunny Gets Paid (1995) (pw: engrudo)
Sebadoh - Bakesale (1994)
Six Finger Satellite - The Pigeon Is The Most Popular Bird (1993)
Sunny Day Real State - Diary (1994)
The Vaselines - The Way Of The Vaselines (1992)
Velocity Girl - ¡Simpatico! (1994)

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domingo, 13 de julio de 2008

BIRUSHANAH - AKAI YAMI

BIRUSHANAH - Akai Yami (lp-119)
(Level Plane, 2008)

Como era de esperar, tenían que ser los malditos japoneses quienes vinieran a arrearle una certera patada a la escena doom internacional. Una escena, dicho sea de paso, que ya comenzaba a mostrar los primeros síntomas de adocenamiento y autocomplacencia, y que en los últimos años se ha desvelado como una estupenda lanzadera de la que han salido numerosas y originales propuestas en lo que a música extrema se refiere. Birushanah se confirman ahora como la enésima banda japonesa que llega para revolucionar el panorama musical del momento.
El grupo se forma en 2002 y ese mismo año ve la luz su primer disco ("Touta"), publicado por S.M.D. Records, y que aún no he tenido la ocasión de escuchar, aunque lo haré pronto. Posteriormente, se producirían cambios en la formación, entrando el bajista de Corrupted y abandonando los dos miembros de la banda australiana Dad They Broke Me, que habían tomado parte en la grabación del primer álbum. Es en abril de este mismo año cuando sale a la calle su primer disco largo, "Akai Yami".

Entonces, ¿qué tiene de novedoso este álbum que justifique el primer párrafo de esta reseña?
El hecho de que fusionen con éxito el sludge y el doom con la música tradicional japonesa tiene que ver con eso, ya que les convierte en una banda bizarra y poco convencional dentro de la escena metálica. Esa combinación, que escrita sobre el papel resulta atractiva, se convierte en aplastante y excitante cuando se reproduce en disco compacto. "Akai Yami" son sólo tres canciones, pero como mandan los cánones del doom, dos de ellas duran 18 y 20 minutos. La pista restante, 'Jyodo', es una pequeña introducción de poco más de 2 minutos de música folclórica ambiental nipona. El segundo tema, homónimo, se abre también de la misma manera, usando elementos tradicionales (percusión, cuerda, voces) de forma pausada y sostenida. Sin embargo, transcurridos cinco minutos, se produce la erupción espontánea de la demoledora percusión, que pronto se adueña del espacio a base de machacar una y otra vez esos permanentes ritmos perturbados. Baste para ilustrar este sonido pesado y machacón el hecho de que en "Akai Yami" suena guitarra, no un bajo sino dos y tres (!) baterías tocando a la vez, además de los desgarrados alaridos vocales. Teniendo esto en mente, uno puede llegar a formarse en la cabeza una ligera idea de la magnitud de tan apabullante despliegue. Por supuesto, dentro de esta pesada masa de sludge/doom es la percusión la que se apodera del rol protagonista, relegando a los demás instrumentos el papel de engrosar más aún el sonido. "Kairai" no difiere demasiado y sigue esa línea de doom desquiciado y tribal, desesperadamente pesado y bizarro. Los cambios de ritmo se suceden de forma continua igual que lo hacían en en la pista anterior, y tanto batería como percusionistas alteran constantemente la estructura, la velocidad y la frecuencia, mientras la voz escupe agónicos alaridos en japonés. Los momentos más densos y pesados se suceden exitosamente con otros de atmósfera más distendida dominados por instrumentos acústicos o incluso por el llanto de un bebé.

En conjunto, "Akai Yami" es extraordinario por varias razones. Por un lado, es enormemente heterogéneo y fluye con asombrosa facilidad. Sus dos pistas son largas pero muy dinámicas y cambiantes, repletas de giros y cambios bruscos de velocidad e intensidad, llevándoles de pasajes repetitivos o pausados a otros caóticos y desquiciados. Virtud que les separa de multitud de bandas doom, frecuentemente espartanas y muy proclives al adormecimiento. Por otra parte, su baza más importante, la fusión coherente y acertada del metal más pesado y denso con rasgos característicos del folclore y la música tradicional japonesa, que añade de forma natural la inclusión de extraños instrumentos autóctonos. En suma, una serie de cualidades que dan como resultado una muy recomendable propuesta musical: pesada y brutal, camaleónica y caótica, y ciertamente novedosa.

Por ahí ya andan calificando a "Akai Yami" como uno de los mejores discos de metal del 2008 y desde luego no andan desencaminados. Por crudeza, salvajismo y originalidad sería justo vencedor de esa imaginaria competición.


myspace

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sábado, 5 de julio de 2008

MOUTHUS - THE LONG SALT

MOUTHUS - The Long Salt (imprec-082)
(Important, 2006)

Que en Nueva York haya una inmensa y subterránea escena musical, un bullicioso hervidero de arriesgadas propuestas que se renueva de tanto en tanto, es el motivo -y la consecuencia lógica- de que aparezcan discos como éste: bizarros, difíciles y a la postre excitantes. El resultado de concentrar en el mismo punto geográfico un puñado de bandas que no tienen remilgos a la hora de llevar la música un paso más allá de donde se encuentra hasta el momento. Formaciones tales como Excepter, Sightings, Black Dice o Gang Gang Dance.
Mouthus, por su parte, son un dúo procedente de Brooklyn y lo forman Nate Nelson (batería) y Brian Sullivan (guitarra). Al parecer, han venido editando multitud de trabajos desde 2002 en diferentes formatos, y han colaborado con gente como Double Leopards, Axolotl, Sunroof!, Cousins Of Reggae o Yellow Swans. Según su propia página web, a día de hoy son ya diez trabajos completos los que figuran en el haber de estos dos alborotadores, eso sin contar los mencionados splits y algún que otro cd-r.

Si no calculo mal, "The Long Salt" es su sexto trabajo, aunque no representa grandes variaciones respecto al resto de su discografía anterior. Lo que encontramos en él no es más que la visión extremadamente personal que Mouthus tienen del rock y que les ha ayudado a forjarse un sonido característico. O lo que es lo mismo, una vuelta de tuerca más a ese avant-noise-rock crudo y peculiar. Siguiendo la estela marcada por Wolf Eyes o Hair Police, Mouthus desfiguran las convenciones del rock, lo deconstruyen y escupen una amalgama incómoda, ruidosa y personal. "Trains Again" es la breve introducción que marca el inicio y también la dinámica del disco, utilizando baterías repetitivas, guitarras difícilmente reconocibles y ruido sacado del chatarrero, empaquetado de manera anárquica y libre. "The Burns Of Them" es una larga sucesión de tableteos, percusión débil, ruidos y voces distorsionadas. Ritmo recurrente que evoluciona en una especie de noise-rock psicodélico y fantasmagórico, a medida que la batería metronómica se hace más y más patente y los alaridos irreconocibles toman mayor protagonismo. Sucede igual en "What Knife Say", donde las voces ininteligibles y desquiciadas se vierten continuamente sobre una atmósfera post-industrial asfixiante: el sonido oscuro de golpes y chirridos, el ruido continuo que parece sacado de un motor viejo y el patrón repetitivo y obsesivo de la batería configuran una pieza oscura y monstruosa.
Sin embargo, en "Ghetto Stairs" -y pese a no alejarse de las coordenadas ruidosas y percusivas- Mouthus se aproximan a su versión más "accesible", recreando lo más parecido a una melodía descacharrada que estos dos son capaces de hacer, y que por supuesto queda casi sepultada por el disonante estruendo de batería, guitarra, ruido y voces.
Finalmente, "WL" cierra "The Long Salt" como una demenciada catarsis del ruido, donde la batería entrecortada y repetitiva va martilleando más y más nuestros oídos, un zumbido se arrastra torpe y asincrónicamente y las de por sí deformadas voces se vuelven (más) desquiciadas e irreconocibles. Un frenesí enloquecido y apoteósico que resume a la perfección el embrutecido tono del álbum. Un álbum sin duda difícil y a veces hasta asfixiante, en parte por los patrones repetitivos y en parte por esa sucia fusión de guitarra, batería y ruido destartalado. Por supuesto, destacar especialmente el peculiar uso que hacen de esas voces aberradas hasta el absurdo, que no hacen más que acrecentar el ambiente lúgubre, decadente y trastornado que de por sí tienen sus canciones.

Seguramente habrá quien vea aquí una tomadura de pelo o no vea por dónde meterle mano. Es la de Mouthus una propuesta extraña y ciertamente inaccesible, y uno tiene que poner de su parte. Cuesta capturar el sentido, pero una vez lo has logrado, escuchar "The Long Salt" resulta una experiencia desafíante que ofrece gran recompensa.


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